Arte Vivo vs Arte Muerto

Que placer me invitaron a escribir sobre Alberto Greco. Un provocador que señalo al otro, y lo transformo para siempre en una obra de arte, el dedo hacia fuera, él y una tiza, él obra, lo habitual renombrado, más nada que nada y más todo que todo.
Greco vino antes de los que van a llegar. Fue contemporáneo de aquellos que tenían que quebrar para siempre, ya no podían doblarse, de los que se enfrentaron a la farsa del arte, las galerías y los vernisagges llenos de posturas y de gente culta. (¿?)
El arte es para todos, por que todos somos esencialmente arte, aquello que predicaba su amigo Duchamp, y aquellos que no sé si conoció como Beuys y ese compatriota loco y sensible que fue Federico Peralta Ramos.
Mucho se lee sobre el artista conceptualista y/o informalista según quién hable de su obra, me pregunto si A.G. puede ser rotulado y encerrado en algún ismo, basta ver sus collages, pinturas, escritos, acciones, sus brutalidades todas y solo se me ocurre pensar en un ser hambriento de poesía, un encantador-místico agitado, un viento feroz a contrapelo de las culturas de turno.
Los artistas del arte de performance tenemos mucho que bucear en esos océanos ya que muchas veces, confundidos, quedamos en el envoltorio de la acción, perdiendo el contacto con la poesía, nosotros somos la obra y nuestra idea-amor-locura-acción se revela en el cuerpo-espacio-tiempo
Trabajemos en la vida=arte todo el tiempo para no convertirnos en la liebre muerta. Por eso brindo por el arte Vivo, el las calles, en las plazas, en los baños y en las escaleras, brindo por “vos obra” y “yo obra” independientemente de cualquier movimiento que fuera o que fuese o será y de cualquier señal que hable de fracaso o éxito.
En la mano del Alberto Greco su obra no quedó inconclusa, el mago quizá cansado escribió FIN a su obra duracional que fueron los 34 años de su vida.
Mónica García